La familia GANA

Ya estamos de vuelta. Y como suelo decir, hemos sobrevivido a las fiestas. Pero quizá, eso es ser un poco hipócrita. No es cuestión de supervivencia, es cuestión de amor, de unión, de sacrificio, de capacidad de adaptación, de trabajo para que todo funcione.

Todo evoluciona a mi alrededor. Y las fiestas de Navidad no son un excepción. Cada época ha tenido un carácter, una sintonía propia, cada edad, estas fiestas han tenido un significado distinto para mí e incluso, a veces, un sinsentido.

Ahora toca "la familia gana". Ganamos en compañía, unos de los otros, cosa de la que carecemos la mayoría del año, por el ritmo de la vida, por la distancia. Toca ganar en conocimiento: Lucía impregna las fiestas con la novedad de la inocencia, de la sorpresa, del gusto por cantar villancicos, volvemos a nuestras raíces, cuando todo era nuevo, cuando la familia se limitaba a cuatro, cuando el turrón era lo más maravilloso nunca visto. Eso aporta Lucía. Es nuestra hadita de Navidad.

Por otra parte, los mayores son mas mayores, conscientes de que hay que vivir el momento. Los que ahora somos padres, nos permitimos un parón en nuestra vorágine diaria y pensamos en lo difícil de la convivencia y a pesar de eso, convivimos. Nos reencontramos con nuestros hermanos y hablamos de todo aquello que no hacemos por teléfono o por el mail, el facebook. Nos acariciamos, señores. Nos tocamos. Qué importante es el contacto, tanto como la comunicación verbal, escrita y de mil maneras, pero sobre todo, hay que tocarse, acariciarse, besarse, abrazarse y brindar.

Por otro año. Para que la familia gane.