Todo lo que tengo es mi presente

Todo lo que tengo es mi presente
Burbujitas

jueves, 2 de junio de 2011

PILOTO AUTOMÁTICO

 ¿Cuántas cosas, al cabo del día, realizamos con el "piloto automático"?

Me da la ligera impresión que más de las que nos imaginamos.

Por ejemplo, a quién no le ha pasado que, en un garaje de varias plantas, y si tienes la suerte de tener más de un coche, aparques un día, por el motivo que sea en una plaza que no sea la habitual. Ten por seguro que, a la mañana siguiente, vas directa a tu plaza de siempre con la sorpresa de que tu coche no se encuentra ahí.

O tu ruta diaria, ya sea en coche o andando, si haces un camino habitualmente, siempre lo harás del mismo modo, girarás en la misma esquina, etc.  si, por alguna causa, ese camino no se puede hacer (un corte de tráfico, por ejemplo) la mente tarda varios segundos en rearmarse,  acostumbrarse a la idea, incluso con un pequeño cabreo, ya que están desmontando tu "rutina diaria", algo tan denostado pero tan vital para un adecuado equilibrio.

Recuerdo la noticia de aquel padre que, al salirse de su rutina y llevar a excepcionalmente a su bebé a la guardería, tomó su vehículo y haciendo la ruta diaria, se dirigió tranquilamente hacia su lugar de trabajo, olvidando por completo que el pequeño dormido se encontraba dentro del coche. Son tragedias en las que no podemos culpar a nadie ¿despiste? ¿stress? ¿descuido? ¿o simplemente, que hacemos muchas cosas con el "piloto automático"?

Todo esto viene a colación de lo que me ha sucedido esta mañana.

Bajaba con Lucía al garaje para llevarla al cole cuando de repente, la niña me mira toda extrañada y me suelta: -"Mamá, no está tu coche"- y yo tan pancha le digo: -"Pues si no está, tenemos un problema, hija"-
Efectivamente, Lucía no suele fantasear. Y que no había coche, oiga!. Mi mente empezó a revolucionarse (cual motor) y a rebuscar por los entresijos de mi -ya cansada memoria- qué coj... había hecho yo con el coche ayer.
Recorrí mentalmente los últimos minutos sentada dentro de mi burbuja azul y entonces, me percaté de todo.

-"Hala, Lucía, que nos toca ir caminando al cole"-
-"Pero mamá, ya no tenemos coche?"-
-"Sí, al menos eso creo, pero lo tengo aparcado en otro sitio"-

Solución: el maldito piloto automático.

Ayer salí de mi rutina. Javier me recogió en el trabajo y me acompañó al hospital (tenía que hacerme una prueba) y cuando acabamos, regresamos a casa, tranquila y despreocupadamente, los dos en su coche.

Ni asomo de alarma.

Mi coche se había quedado compuesto y sin novia en Montecarmelo, barrio residencial a las afueras de Madrid, en el que suelo aparcar para tomar el metro.

En fin, que puestos a asumir lo del "piloto automático" pues demos besos, abrazos, regalemos sonrisas y un par de "te quieros" y los incluyamos en nuestra rutina diaria.


¿O no?.

Con mi gratitud a Carmen que me acercó, de buena mañana, a Montecarmelo y pude reencontrarme con mi coche.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuéntame tu opinión!