Todo lo que tengo es mi presente

Todo lo que tengo es mi presente
Burbujitas

jueves, 14 de octubre de 2010

Octubre




Cómo se agradece caminar al atardecer en manga corta sin que la brisa fresca del mar te levante esa piel de gallina tan desagradable.

O ver a tu hija corretear por la playa, iniciando un sensual juego con las olas, en el que lentamente, ella se va acercando un poco y otro poco mas, primero los pies, luego audaz hasta las rodillas, y animada, se moja el pelo con las manos y envalentonada, ya del todo, chapotea sin pudor en las aguas tranquilas de este otoño en Fuengirola.

Una feria que nos toca de lejos pero que nos ilusiona porque esta gitanilla luce un vestido de casi 40 años, el mismo que ha cuidado su abuela con esmero, lavándolo, planchándolo, conservándolo hasta la extenuidad para un uso futuro incierto que, felizmente, pudo ver cumplido.

Ese olor de nuevo, tan característico, de pescado asado a la lumbre de la madera de la barca y del aire de levante y por la noche, la mezcla fantástica de dama de noche y pizza... es total.

Resulta que nunca antes había comido un espeto en la terraza del chiringuito de la playa, solos Javier y yo, como únicos comensales, si no contamos, claro está, la lluvia que se colaba por las rendijas del toldo quemado por tantas horas al sol.

Todo un espectáculo la mezcla del tinto de verano con limón, las sardinas y la tormenta eléctrica sobre el Mediterráneo que nos inundaba las botas y el alma, lavando todo pensamiento oscuro y llenándonos de una paz alegre y fugaz, que duraría lo que dura el relámpago, pero que ya siempre quedará estampada en la retina de nuestro cerebro.

Así es Octubre en Fuengirola.

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