EDÉN

A veces, necesitamos, necesito, una ventana abierta, un espacio para escapar y contar lo incontable, lo que la ¿imaginación? vomita y no se puede contener. Para eso nació Edén y por eso, vuelve EDÉN, aunque sea solo para recordar su historia.

Edén, sirena hermosa, criatura desconocida incluso para ella misma, se enamora de un mortal, un hombre fuerte y débil a la vez, un animal hermoso, bueno, pero que como hombre continuamente duda de lo que debe o no debe hacer.

A veces, ambos disfrutan de momentos únicos, al amor de la luna, y otros, ella sufría la soledad cuando él decidía volver a su mundo. Sus encuentros eran siempre muy cortos, él no podía mantenerse mucho tiempo bajo el agua y ella no tenía las piernas para pisar la hierba o la arena de la playa, por eso el tiempo siempre fue un elemento determinante en su situación.

Aquellos escasos pero maravillosos momentos dieron fruto: una pequeña sirenita nació de ese amor separado entre dos mundos. Por instantes, ella se sentía saciada con eso y decidía no arañarse más el alma y no pensar en su mortal, en su amor imposible.

Pero entonces él volvía con sus palabras, con sus TE AMO, con un amor prendido de sus ojos, imposible de disimular, de fingir, y ella volvía una y otra vez a caer en las redes del marinero, y pensaba que era su amor, y que los fugaces momentos que vivía con él llenaban toda una vida.

Pobre sirena.

Se debatía entre momentos plenos de felicidad y largas ausencias y no sabía si eso era el amor verdadero. Sería verdadero si él renunciaba a todo y encontraba un modo de unir ambos mundos? sería más real si ella vendiese su alma al diablo por un par de piernas que pudieran sostenerle en el mundo del pescador?

Y así transcurría su vida, entre olas de idas y venidas constantes.